sábado, 5 de enero de 2013

Libia Posada: El baile de las que sobran



Libia Posada, Evidencia Clínica (retrato: anónimo), fotografía impresión digital, papel 103 x86 cm, Medellín


¿Y dónde está la mujer en las colecciones de los museos históricos colombianos? Por todas partes. Pero ¿están todas? ¿qué clase de mujeres se han retratado?¿quiénes lo han hecho? ¿Ellas o ellos?  ¿Se han tenido que desnudar? ¿A qué han tenido que renunciar además de sus vestidos? ¿Cuáles se han tenido que poner? ¿Cómo se han tenido que maquillar? ¿Cuánto han debido callar?

Sabemos qué imágenes hay. Las apacibles de Francisco Cano, las exóticas de Pedro Nel Gómez, las rubicundas de Fernando Botero. Las construcciones de tantos hombres que las vieron, las idealizaron, las juzgaron, las crearon, dieron su opinión sobre ellas, las miraron y dejaron la huella modeladora de su mirada en sus retratos. Sin embargo ¿está allí realmente la imagen de la mujer? O, acaso ¿falta ese espejo? ¿Qué imágenes de ellas no están?

Con estas preguntas, que la acercan totalmente a los planteamientos de las guerrilla girls, movimiento feminista estadounidense de los años 60, la artista Libia Posada examinó la sala del siglo XIX del Museo de Antioquia durante el Encuentro Internacional de Arte Contemporáneo Medellín  (2007) y luego repitió este ejercicio en la colección del Museo Nacional de Bogotá.

En su recorrido por esta galería empañada vio retratos de severas matronas, vio niñas inocentes, jóvenes encantadoras, mujeres voluptuosas. Pero no estaban todos los reflejos de la mujer. Faltaba, precisamente, un tipo de imágenes que la artista viene trabajando desde hace algunos años: la de la mujer golpeada. Y todo lo que está detrás, que es algo mucho más complejo que un bruto macho agrediendo a una indefensa víctima.

Lo que la artista ve en el rostro de una mujer golpeada es una patología social de la cual estas mujeres son sólo un síntoma. Lo que ve es una sociedad que produce este tipo de mujeres y luego las esconde. Lo que ve es un vacío, un silencio aterradoramente cargado y producido por el poder. Lo que ve es la violencia escondida detrás de la armonía aparente de la plácida galería empañada. Entonces decide construir esa imagen que no está. Esa imagen en la que aunque todos participamos, ninguno quiere ver.

Empieza entonces a aplicar una sucesión febril de maquillajes que se superponen como capas de cebolla. Una mujer suele maquillarse, dice Libia Posada, para mejorar su circulación social. Luego viene un hombre y la golpea. Entonces ella se hace otra capa de maquillaje para que no la vean golpeada. Y es en este punto donde llega la artista y propone una capa más, que efectúa un maquillador forense. Este, con toda la exactitud del caso, reproduce los efectos de una golpiza en el rostro de un grupo de mujeres voluntarias quienes después son fotografiadas. Estas fotografías de mujeres golpeadas se llevan al museo para reemplazar algunas de las imágenes más emblemáticas de esta sala y allí se mimetizan con los retratos de hombres de estado y próceres que ha pintado con preferencia el arte oficial.

Libia Posada, Evidencia Clínica, intervención  Museo Nacional de Colombia  (Bogotá)


En estos retratos hechos por la artista, se emulan las imágenes tradicionales del museo, se simulan sus gestos, vestidos y fondos, para reemplazar posteriormente los modelos en los que se inspiraron. De esta manera la artista contamina toda una sala del museo, desafía la mirada hegemónica del hombre, la aséptica del arte, la moldeadora del retrato tradicional, desmitifica mitos, deshace lugares comunes y, sobre todo, pone a temblar los arquetipos. Todo ello, gracias a unos procedimientos de implantes, inserciones, cortes, transplantes, amputaciones realizadas con la mayor precisión quirúrgica. Ante el silencio cargado del poder, estas imágenes oponen la dignidad de otro silencio; ante los ojos ciegos, la mirada de frente; ante los ideales de la belleza, la fealdad de sus síntomas. 

El resultado es desconcertante, demoledor, transformador. Una sala muda se llena de todas las voces de las mujeres de la galería empañada que siempre callaron. El cubo blanco de la sala se ensucia. La composición ideal se desbarata. Las imágenes canónicas se deshacen Y una voz profunda, oscura, emerge de las entrañas de la tradición. Estas imágenes nos expulsan del paraíso del arte decimonónico, pero nos hacen comprender que desde hacía rato vivíamos al Este del Edén. La imagen apolínea no dejaba ver a estas mujeres, por otro lado, habitantes habituales de nuestra sociedad. L Posada le hace grietas al espejo y el monstruo empieza a reflejarse lentamente en sus fragmentos.

Biografía
Libia Posada nació en Andes (Antioquia) en 1959. Se graduó como médico cirujana de la Universidad de Antioquia en 1989, pero sintió muy pronto que sus preguntas vitales sólo era posible hacerlas desde el arte. Por eso estudió también Artes Plásticas en la misma universidad donde se graduó en 1996 y desde entonces ejerce las dos disciplinas. Esto le ha posibilitado un conocimiento desde adentro del discurso y la práctica médica, los cuales se han convertido en el centro de sus reflexiones artísticas. Ha expuesto en Medellín, Bogotá, Pereira, París, Barcelona, La Habana, Santiago de Chile, Buenos Aires, Lima, Montevideo, Caracas, entre otras ciudades.

Tomado de GIRALDO, Sol Astrid. Cuerpo de mujer: modelo para armar. Medellín, La Carreta, 2010

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